New prints available!












ddfsf



New prints of my illustration The Self are available on my online shop! More information here.

Remedios, la bella







Remedios, la bella, se quedó vagando por el desierto de la soledad, sin cruces
a cuestas, madurándose en sus sueños sin pesadillas, en sus baños interminables, en sus
comidas sin horarios, en sus hondos y prolongados silencios sin recuerdos, hasta una tarde de
marzo en que Fernanda quiso doblar en el jardín sus sábanas de bramante, y pidió ayuda a las
mujeres de la casa. Apenas habían empezado, cuando Amaranta advirtió que Remedios, la bella,
estaba transparentada por una palidez intensa.
-¿Te sientes mal? -le preguntó.
Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima.
-Al contrario -dijo-, nunca me he sentido mejor.
Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas
de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los
encajes de sus pollerinas y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que
Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad
para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz,
viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las
sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y
pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con
ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria.

"Cien años de soledad", Gabriel García Márquez.

 
Licencia Creative Commons
Este obra está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España.